Orientales V

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Este quinto tomo de la serie “Orientales” refiere a las presidencias de Julio María Sanguinetti (1985-1990), Luis Alberto Lacalle (1990-1995), Julio María Sanguinetti nuevamente (1995-2000) y Jorge Batlle Ibáñez (2000-2005). Se detiene en el momento en que el Uruguay vivió uno de los cambios más profundos de su historia al asumir un presidente el Dr. Tabaré Vázquez-, no elegido dentro de los lemas tradicionales. Se recorre, en la elocuencia de los hechos, el proceso que transcurrió entre la esperanzada alegría de la libertad recobrada y los días sombríos del 2002, cuando las estructuras económicas y de alguna manera también las políticas-, crujieron ante el embate de una crisis cuya gravedad resiste escaso parangón en la historia del país. El áspero sendero de esos 20 riquísimos años pasó por hechos de medular importancia: la eventual revisión de las violaciones de los derechos humanos que tuvieron lugar durante la dictadura, que derivó en la aprobación de la Ley de Caducidad de la Pretensión Punitiva del Estado; la muerte, nunca suficientemente lamentada, de Wilson Ferreira Aldunate, el mayor caudillo del Partido Nacional en medio siglo; el gobierno del único presidente blanco de todo el siglo XX, el Dr. Luis Alberto Lacalle, que intentó una profunda transformación del Estado batllista y obtuvo en ese empeño grandes éxitos y grandes fracasos; la anulación por referéndum de dos artículos de la Ley de Empresas Públicas, que mostró la adhesión de la sociedad a los esquemas tradicionales; el cogobierno de los partidos Colorado y Nacional desarrollado durante la segunda presidencia de Sanguinetti, que instauró un gradualismo reformista en absoluto exento de profundidad; y por último, la presidencia del Dr. Jorge Batlle, cuyo programa liberal se vio frustrado por acontecimientos exógenos que hicieron prácticamente imposible su aplicación. En curiosa trayectoria circular, el Uruguay partió de las altas ilusiones de 1985, atravesó por días de furia y violencia social que se creían para siempre desterrados y recuperó la esperanza al provocar el cambio político que llevó al Encuentro Progresista-Frente Amplio a una holgada victoria electoral. Esperanza que no ha estado ni está libre de lógicas incertidumbres. Y como permanente telón de fondo, el drama de una sociedad que no termina de encontrar los caminos del desarrollo y el bienestar colectivo, que supo, en tiempos mejores, transitar soberanamente”.