Desde el cielo

El comienzo del libro ya nos indica lo certero que va a ser, como una flecha que se clava, pero el desarrollo del libro hace que esa flecha se convierta en un árbol, que eche raíces y crezca, deslumbrándonos, consiguiendo que la historia de una tragedia se convierta en un canto de vida lleno de esperanza.
Susie nos cuenta su propia historia, la historia de su vida y de su muerte, de como ahora vive en el cielo, pero es su propio cielo y desde ese lugar vela por los vivos que ha dejado atrás, nos cuenta su historia tanto como la de ella y nos introduce entre una serie de personajes, todos complejos que deben afrontar su muerte y su ausencia, cada uno a su manera.
No es ningún secreto para el lector cómo muere, ni quién es su asesino, un par de páginas después nos relata de forma fría y distante como sucedió, como un vecino del lugar planeó lo que iba a ocurrir, como la violó y le arrebató la vida, y después separó su cuerpo en mil fragmentos.
A partir de ese momento Susie deja de estar en el mundo terrenal para habitar su propio cielo personal, en él recompone su cuerpo y se asoma a la tierra para ver a sus seres amados sufrir su ausencia. En su cielo Susie puede obtener todo aquello que siempre ha querido con tan solo desearlo, excepto lo que más desea, volver con los suyos. Allí deberá afrontar su muerte, comprenderla y asimilarla, y entender como sus seres queridos se enfrentan a su ausencia, cada uno del modo en que puede.