El Hombre de Otoño es una carta de navegación para el viaje interno del ser, oculta en una novela psicológica. Mi intención es llevarte a ti, lector, por un camino que explora un mundo de significativas coincidencias sin linealidad y otras experiencias místicas, donde el regocijo es la regla y la angustia la excepción. Las imágenes que puede suscitar este libro transforman una existencia mundana de lo conocido a portales de descubrimiento que afirman el amor, la salud, y la longevidad como nuestros derechos inherentes, rescatados de la dimensión del temor.
Cuando se introduce una realidad paralela, debe ofrecer un lenguaje para establecer horizontes en el campo bioinformacional que ésta crea. Y esta realidad alternativa conocida como la deriva, tiene portales de entrada y reglas de compromiso para accederla solo a través de una percepción comprimida en tiempo y espacio. Dentro los archivos caóticos de la deriva, existe una sabiduría implícita que puede ser recuperada para comprender el poder de la compasión inclusiva, los aspectos bioculturales de los conflictos psicoespirituales y el convenio de seguridad en un concepto de relaciones que llamo centinelas del amor.
Aunque hay más que suficiente tristeza, violencia y desesperanza en nuestro mundo moderno para durarnos una eternidad, como administradores de nuestro libre albedrio somos dueños de la opción, más que víctimas del azar. Los personajes arquetípicos que encontrarán en esta novela dentro de una novela, podrían parecer utópicos para los ojos escépticos. Pero solo son meros recordatorios de la potencial abundancia que vive latente en nuestros dudosos corazones. Tener un sueño, abarca la posibilidad de vivirlo.
