La pintora de la reina

Elisabeth Vigée Le Brun (1755-1842) fue retratista de María Antonieta, y una de las primeras mujeres que entró en la Academia. De hecho, su lucha por hacerse un nombre, entre los pintores parisinos primero y de la corte después, centra la primera parte de esta novela. A raíz de la Revolución francesa tuvo que exiliarse, y tuvo un gran éxito como retratista de la aristocracia europea. Huérfana desde muy joven y casada con un marchante de vida un tanto disipada (especialista en pintura flamenca) con quien apenas convivió, su trayectoria fue una constante lucha dedicada al arte y a la consideración social de las artistas, a menudo en condiciones muy adversas, lo que con el tiempo la ha convertido en una feminista avant la lettre. Dejó escritas unas memorias (Souvenirs), base fundamental de la novela de Chauvel, quien dedica también especial atención a la vida sentimental de Vigée Le Brun.