NELSON BARREIRO GOUGEON

 

NUESTRO SOCIO EL ESCRITOR


NELSON BARREIRO GOUGEON


Por Miguel Brassesco

 

 

 

 

 

 

 

Teníamos pendiente la presentación de nuestro socio el escritor Sr. Nelson Barreiro Gougeon en la revista, desde el momento en que llegó a nuestras manos el año pasado, un ejemplar de su libro “Última Muerte”, por iniciativa del Secretario de la Comisión Directiva, Procurador Sr. Nelson Bouza, quien en el transcurso de la actividad profesional propia de funcionarios judiciales, trabó conocimiento y amistoso trato con nuestro socio escritor.

Ante la oportunidad de espacio en CULTURA EN AJUPE de la revista, me comuniqué con el Sr. Barreiro para coordinar una entrevista como lo hemos realizado con otros escritores. Me informó que estaba culminando textos que integraban un nuevo libro.

Respetamos entonces, como debe ser, el lapso que todo creador necesita para completar a satisfacción e incluso la publicación de su obra.

Ahora, con la presentación de este nuevo libro “El hombre despierto”, ejemplares del cual ha dedicado para los lectores de la Biblioteca de AJUPE y para el suscrito, concretamos una entrevista para la tarde del 4 de Noviembre en su domicilio.

Durante casi tres horas se extendió el encuentro. Ya era de nuestro conocimiento su inclinación por las letras, lo que le llevó a editar dos publicaciones en el curso de 6to. Año: “Ecos del Aula” y “Relámpago”. El periódico de su escuela “Antorcha” recogió varias de sus redacciones al igual que “Compañeros” editado en aquella época por la Biblioteca Infantil Nº 1.

Luego de esa breve introducción nuestro socio se extiende a las etapas posteriores bajo la singular forma de una historia personal.

“En el año 1948, cuando cursaba el segundo año liceal, tomé mi primer empleo en un estudio jurídico ubicado, como es lógico, en la ciudad vieja. Atendí el teléfono, a los clientes, y con el tiempo llevaba escritos a los juzgados y requería información sobre el estado de los expedientes, según los encargos del abogado. Hoy, pienso que sería el tinterillo más joven que concurría a la baranda del Poder Judicial.

Esta primera actividad despertó en mí la esperanza de ser abogado.

Como todos los de mi generación, recibí la influencia del pensamiento de la época enriquecido por las ideas de José E. Rodó, Carlos Vaz Ferreira y otros filósofos uruguayos, que acepté como válidas.

El país se construye con estudio y trabajo al igual que nuestro futuro. Al final de la etapa laboral debíamos tener la satisfacción del deber cumplido, al tiempo de haber asegurado una vejez sin apremios luego de haber conducido nuestras familias por los caminos correctos.

En el año 1952 concursé y gané el ingreso en el Banco Italiano del Uruguay.

Aún hoy me emociono con los gratos recuerdos que responden a la etapa vivida en esa Institución.

Comencé en la sección Contaduría para luego de dos años, por mis estudios y antecedentes laborales anteriores, fui promovido a la sección jurídica.

Con el tiempo me otorgaron poder para pleitos y tuve el honor de representar al Banco Italiano del Uruguay en los estrados judiciales. Conocí distinguidos profesionales, abogados y procuradores, con quienes mantuve una saludable amistad, y traté con funcionarios judiciales que aún hoy me honra la atención que me dispensaran. Paralelamente proseguía con mis estudios.

Como lo afirman los filósofos contemporáneos las crisis son las causas de los grandes cambios.

El fin del Banco Italiano del Uruguay y toda la crisis bancaria posterior, originó un nuevo mundo financiero.

Los empleados nos vimos afectados primero por la inestabilidad que afectaba la seguridad de nuestras familias y luego por el cambio en las funciones que hasta ese momento desempeñábamos.

Pasábamos de las instituciones donde habíamos ingresado y nos habían enseñado el oficio, a otros bancos donde éramos extraños a sus empleados y métodos de trabajo.

Sufrí el cambio, sobre todo porque tuve que desertar de la Facultad de Derecho para ubicarme en la máquina donde se registraban los movimientos de las cuentas corrientes, detrás de las cajas, en el Banco de Montevideo.

Tuve que abandonar el mundo de las letras, los estudios legales, para insertarme en el de la frialdad de las matemáticas, la ciencia de las cuentas y la contabilidad. Ahora los estudios serían otros y no los abandonaría hasta el día de mi retiro: 31 de agosto de 1993.

La responsabilidad del hogar formado, y la filosofía inculcada me impulsaban a seguir caminando, con fe, por la senda hacia el progreso.

Poco a poco, la mente comenzó a extrañar, por su ausencia, los trabajos en la máquina de escribir luego de interpretar los textos legales, que constituían una labor afín con mi personalidad.

Fue así, que recordando las buenas notas que obtenía en el liceo cursando dibujo, para llenar ese vacío, comencé a frecuentar talleres de artes plásticas (1976).

Tengo agradecimiento a los profesores que me enseñaron el oficio: Alberto Hadidian, Clever Lara, Edgardo Ribeiro Nario y Carlos Prunell.

Atrapado por el paisaje, la magia del agua, el misterio de los árboles, y la pintura figurativa, nunca pude plasmar en el lienzo, a mi juicio, las emociones de mi mundo interior.

El recuerdo de la actividad escolar, las redacciones del ciclo secundario (materia idioma español), junto con la decadencia de los valores tradicionales y la peligrosa ruta emprendida por la humanidad, despertó en mí la necesidad de escribir.

Entonces se hicieron presentes los tropiezos del lenguaje. El estilo de los escritos procesales y el conciso redactar de las circulares bancarias, no eran útiles a tal fin.

El taller literario, que frecuento desde el año 2002, me ayuda en la formación de la pretendida, por mi, profesión de escritor.

Hasta el momento he podido materializar tres libros conteniendo ficciones. Dentro de la narrativa la mayoría de ellas no alcanzan a constituirse en cuentos. Contienen reflexiones y anécdotas, reales o imaginarias, que sirven de excusa para las dichas reflexiones, por ello las llamo ficciones.

Fantasías Intercaladas”, “Última Muerte” y “El Hombre Despierto” constituyen hasta el momento los libros editados.

Fantasías Intercaladas” se publicó en una edición limitada, doméstica, fruto de los miedos que se sienten por la primera salida al mundo.

Última Muerte”, contó con la colaboración de la editorial “Botella al Mar”. En sus páginas, y a diferencia con “El hombre Despierto” donde prima la vida interior, se expresan los miedos del individuo por el destino de la humanidad y por las consecuencias de la actividad del hombre sobre la tierra.

En todos los casos, se trata de narraciones cortas con la finalidad de que la escasez de tiempo que nos impone la vida actual, no sea excusa para quienes deseen ingresar en su lectura”.

 

Las palabras justas con que Barreiro crea una frase y en base a ella un pensamiento, logra la inmediata claridad de interpretación no obstante para el suscrito mero lector. Es por ello, cuando me comuniqué

por primera vez con él, le manifesté de su admirable cualidad de expresión con las palabras precisas.

 

Pero, es con la autoridad y versación de la Profesora Sra. Kydia Mateos, Coordinadora de Talleres Literarios de la Casa Municipal de la Cultura del Prado, que se puede opinar sobre la obra de nuestro socio escritor en el primero de estos libros que posee AJUPE (pero que en realidad es el segundo de su producción como aclara líneas arriba, dado que su primer libro es “Fantasías intercaladas”).

“Conforman [la obra “Última Muerte”] 29 relatos breves en los que el lenguaje es, en general, cuidadoso, bien elaborado. Como en un vértice cultural, narrador, escritor y hasta algún personaje convergen en una continuada atención por dejar en claro algunos conceptos. Los más oscuros, por ser profundos, están vinculados no a temas sino a preocupaciones metafísicas, de ésas que no atraen al hombre común pero sí al pensador, al reflexivo que este autor lleva adentro. “El hombre lucha por vencer su propia ignorancia y se hace preguntas. Miles de preguntas” dice el personaje de “Las ondas amarillas”.

Y como él, a lo largo de varias de sus historias, Nelson Barreiro deja correr interrogantes que, necesariamente, quedan en la retórica: si se puede llegar a ser feliz, base de la anécdota en “La señal”; la reflexión sobre la esencia de la belleza en “El color de la vida”; los nocturnos sobresaltos acerca de la real identidad en “Incertidumbre” o los desvelos que estremecen al protagonista, los miedos y presunciones por las fuerzas que rigen los destinos, en “Lo inevitable”. Es que estas preguntas han angustiado al hombre desde las más antiguas culturas y hay otras narraciones de este libro en las que se reitera el asedio de problemas a la conciencia de los seres demasiado pensantes.

Dentro de un amplio abanico temático, Barreiro también apunta a temas científicos tratados, naturalmente, desde lo literario: “Vencidos, varios soles se separaron. Lentamente fueron extinguiéndose. Arribó una noche oscura que no tendría fin” dice en “El sol”. Por tantos contenidos que expresan la duda existencial, el terror a la terminación de la vida en el planeta y prefiguran, sin verlos, los peores desastres, que intimidan a la humanidad, hablamos en general no de cuentos sino de relatos aunque muchos de ellos cumplan con la diversidad de planos, acción, diálogos, descripciones y/o monólogos del tan cuestionado género cuentístico.

Realidad y fantasía son los niveles por donde transcurren los hechos reales o el divagar de los otros, los que suceden en la mente. En ese doble deambular se puede alzar vuelo sin que los ojos dejen de recoger algún desventurado suceso de la tierra, por ejemplo, el tema de la droga y sus víctimas, en “El naufragio” o algunos que, sin tocar aspectos negativos, también son reales aunque estén sobre los límites.

La modalidad del autor, seria e indagante, se enriquece al entrar al campo de la fantasía; y ahora sí, hay espacio fértil para el cuento. Duendes, gnomos y otras formas de la ficción comparten protagonismo con los humanos en “Noche de verano”, en “El vestido blanco” y en otros.

El autor sabe que basta el pasaje que lleva a una gruta o un muro fuera de la ciudad o un terreno en el que crece desordenado el pasto, para que la imaginación, si es creadora, pueda dar sus frutos. Tal vez sea “La orfandad del parque” el cuento que se ajusta más a estas características; los dos niños, que juegan todos los días en el fondo de su casa, son capaces de transformar una casona del patio vecino, abandonada, en un castillo; y completando la historia, sienten que allí está encerrada una princesa niña, que a la noche tal vez tenga miedo y por eso quieren ser sus amigos. Y tiene tal fuerza la ilusión que, hasta podrán verla llegar.

A través de los hialinos velos, lucen destellos de candidez e ingenuidad, perceptibles únicamente por los espíritus semejantes”.

Con esta buena muestra de narraciones, Nelson Barreiro hace su primera publicación y sin duda, los lectores sabrán acompañarlo en su éxito.”

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Respecto al libro “El hombre despierto”, define en forma clara la mirada hacia el interior del hombre.

Sin prescindir de las características de creación en las narraciones de nuestro escritor que menciona la Profesora Kydia Mateos respecto al otro libro, aquí el propio autor lo anuncia bajo el título “Mis fantasías”, como emanan de su interior por la inspiración, siendo esta el efecto de sentir el escritor o el artista, el eficaz estímulo creador que le hace producir espontáneamente con acierto.

Degustar un exquisito café preparado por la dueña de casa generó una pausa en la entrevista, posibilitando al suscrito apreciar también esa inspiración del artista plástico que es Barreiro al observar varios de sus cuadros (frente a uno de ellos Barreiro me dio una breve clase sobre el arte constructivo de Torres García). En otras de sus obras comprobé la notable representación del agua, sea en un remanso o como el mismo se expresa en su cuento “El puente”: “el caudal que llega y se va en el mismo instante, ostenta sus transparentes rizos”. Realmente es tan preciso con su pincel como con su pluma.

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Complementamos esta nota con los cuentos “Noche de Verano” y “La Orfandad del Parque”, del libro “Última muerte”, y con los cuentos “Mis Fantasías” y “El Puente”, del libro “El hombre despierto”.