Con el inicio del período denominado «batllismo» a principios del siglo XX, Uruguay comenzó a transitar por un camino de reformas sociales, económicas y políticas entre otras, que lo catapultarán como uno de los países más desarrollados de Latinoamérica, lo que le valió la denominación de «Suiza de América». Sin embargo, como a través de toda la historia de su evolución, la dicotomía campo-ciudad continuaba latente, determinando así que en el mismo país coexistieses dos realidades bien diferentes. Por un lado la realidad urbana, fundamentalmente montevideana, cara del país modernizado y culto que figuraba en el contexto internacional. Por el otro, la rural, reacia a los cambios modernizadores y continuista de la vieja estructura sociopolítica del siglo XIX. En este medio rural denominado por el caudillismo autoritario y feudalista, surge la figura de Martín Aquino, «el último matrero oriental», quien al enfrentarse en defensa de su libertad a una autoridad represora y violenta, sera visto por los integrantes de los sectores más humildes de la población como una especie de héroe que desafía el orden preestablecido impuesto a «sangre y fuego». Con su muerte en 1917 la realidad dara paso a la leyenda, que continúa vigente en el colectivo popular uruguayo.
Batllismo y barbarie
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