Todo ser humano es el resultado de un padre y de una madre. Se puede no reconocerlos, no quererlos, se puede dudar de ellos. Pero están allí, con su cara, sus actitudes, sus modales y sus manías, sus ilusiones, sus esperanzas, la forma de sus manos y de los dedos del pie, el color de sus ojos y de su pelo, su manera de hablar, sus pensamientos, probablemente la edad de su muerte, todo esto ha pasado a nosotros.
Durante mucho tiempo imaginé que mi madre era negra. Me había inventado una historia, un pasado, para huir de la realidad, a mi regreso desde África a Francia, donde no conocía a nadie, donde me había convertido en un extranjero. Más tarde descubrí, cuando mi padre, al jubilarse, volvió a vivir con nosotros en Francia, que el africano era él. Fue difícil admitirlo. Debí retroceder, recomenzar, tratar de comprender. En recuerdo de todo eso he escrito «El africano».
J.M.G. Le Clézio
Jean-Marie Gustave Le Clézio, ganador del prestigioso Premio Renaudot en 1963, a los 23 años y del Premio Paul Morand –otorgado por la Academia Francesa–, está considerado el más grande escritor vivo en lengua francesa.